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Corrientes


José trabajó durante veinticinco años en una empresa ferroviaria en la provincia de Corrientes.
En el año 2001, juntó todos sus ahorros, renunció a su trabajo, y abrió una empresa metalúrgica. Al mes, en enero del 2002, a causa del “corralito” tuvo que vender todo lo que tenía para devolver los créditos.
Quedó en la calle, sólo con algunas máquinas sin usar que nadie quiso comprar.
Hoy en día es taxista.


A orillas del Paraná, Don Cepillo cuenta su historia. Solía tener una cantina en la playita, pero la municipalidad la tiró abajo porque estaban construyendo una costanera.
También fue jefe de la barra brava del equipo de fútbol Mandiyú de Corrientes, y profesor de percusión.
Hoy es empleado municipal y está construyendo una cantina para la municipalidad, al lado del lugar donde antes estaba la suya.


La ciudad de Corrientes tiene un pequeño zoológico. En pequeñas jaulas, algunas oscuras, otras sin sombra, en medio del olor a podrido, yacen algunos monos, loros, aguiluchos, tigres y varias especies de aves.
Algunos muestran rasgos de stress, otros de tristeza y resignación.
La ciudad de Corrientes, al igual que el resto de las ciudades del mundo, tiene también cárceles para humanos.


En una feria de artesanos de la ciudad de Corrientes conocí a Julio. Hace 20 años se fue de La Plata, su ciudad natal, y estuvo viajando por todo el país, viviendo de sus artesanías. Nos quedamos charlando un buen rato, bajo la sombra de una palmera, entre rondas de tereré bien frío.

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