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Robiteau IV

Se dice que “Robiteau IV” fue un experimento militar creado con fines altamente secretos. Los rumores cuentan que fue diseñado y ensamblado en el más riguroso grado de confidencialidad y luego fue introducido en la sociedad sin que nadie lo supiera.
No se conoce con exactitud cuánto tiempo estuvo viviendo entre las personas. Algunos estiman que fueron unos veinte años. Otros, mucho más.
Tampoco se sabe a ciencia cierta por qué se tomó la decisión de terminar el experimento, si es que esto último realmente sucedió.
Pero todos están de acuerdo con que existió y fue de suma utilidad e importancia para sus operadores.
La función exacta que cumplió sigue siendo un enigma. Cualquier individuo que paremos en la calle confirmará su existencia pero será incapaz de dar algún dato preciso acerca del proyecto.
En una época muchas personas se trasladaron a las regiones más insólitas del planeta, en un intento fallido de huir. Se sabe que fracasaron aunque se desconoce exactamente de qué manera.
Decenas de eruditos dedicaron sus vidas al estudio de dicho misterio. Se han escrito cientos de libros acerca del tema, algunos detallando las más estrafalarias teorías y conjeturas, pero hasta el día de hoy no se consiguió confirmación oficial. En muchos casos se descubrió que los autores eran farsantes que se dejaron llevar por la imaginación y el deseo de aportar a toda costa nuevas informaciones sobre el tema.
En el seno de muchas sociedades secretas comenzó a crecer la desconfianza en el prójimo – toda persona podía ser un agente secreto que formaba parte del proyecto. Algunos círculos utilizaron sus supuestos conocimientos sobre el asunto como fuente de poder; otros veían esos mismos conocimientos con aire detractor. La sociedad comenzó a dividirse de manera exponencial; se formaron grupos que luego fueron divididos en subgrupos, algunos de carácter más bien filosófico y otros dispuestos a sacrificar sus vidas, y las de los demás, en contra o a favor del proyecto “Robiteau IV”.
Los grupos pacíficos se poblaron de intelectuales y pensadores que pasaban días enteros deliberando acerca de la naturaleza del programa, su pasado, presente y futuro, tratando de trazar una conducta a seguir. Se daban largas disertaciones atacando o defendiéndolo, a pesar de que nadie en definitiva pudo dar con una explicación fehaciente del misterio.
Los grupos armados optaban por una lucha más activa y comprometida, justificando muchas veces secuestros, asesinatos y atentados en nombre de sus respectivos valores. Si había algo que compartían con los pensadores e incluso con la gente simple que no pertenecía a ninguno de los grupos pero sufría casi siempre las consecuencias de sus actos, era la total falta de información e incluso de pruebas de que alguna vez realmente existió un experimento secreto llamado "Robiteau IV".

Trrrrt tratata tap tatap

“Trrrrt tratata tap tatap”, sus dedos vuelan sobre el teclado, utilizándolo como si fuera un instrumento de percusión. “Trrrrt tratata tap tatap”, descarga con toda furia sus ideas, sus ideales sobre aquellas piezas de plástico negro con letras blancas. Rostro con barba de algunos días; a su lado un mate. De fondo, el televisor encendido en una cadena de noticias. Los diarios de los últimos días, todos abiertos en las novedades de la última guerra. En su mente vuelan palabras e imágenes. “Ismos” y “antis” entrelazados con sus recuerdos de juventud, cuando se creía militante, revolucionario. El tiempo pasó pero el enemigo sigue bien identificado. Contra él está descargando ahora una batería de palabras; una artillería de signos que van apareciendo obedientes sobre la pantalla de su ordenador made in China. Hace rato le anda dando vueltas por la cabeza la idea de que tal vez toda su vida se asemeja a la de un barco de madera encerrado adentro de una frágil botella de vidrio. Contempla sus ideas, los marineros de aquel naviero glorioso. Fieros y valientes afrontan las adversidades sin notar que en realidad no avanzan en absoluto. Sin ver que el barco está adherido a la botella, y la botella colocada sobre una columna maciza de madera, unida al piso con hormigón y barras de acero. El piso pertenece a una estructura que a su vez forma parte de un sistema que poco tiene que ver con aquellos ideales de la juventud. “Trrrrt tratata tap tatap”, sus dedos se detienen de pronto. O tal vez habrá sido su mente que les ordenó detenerse. Sale al balcón y enciende un cigarrillo. Observa su reflejo en la ventana. A pesar de ser poco definido, logra verse con la barba de algunos días y el cigarrillo clavado en el rincón izquierdo de su boca. Suelta una risita de placer. Después de tantos años aun conserva aquel aura de rebelde intelectual; guerrillero inconformista.

“Trrrrt tratata tap tatap”, de vuelta al escritorio. El sonido de las teclas se mezcla con el de los disparos, proveniente del televisor. Se encuentra en pleno análisis de dicha guerra, a pesar de que está sucediendo a miles de kilómetros de distancia, en un sitio en el que nunca visitó ni cuyas costumbres conoce en lo más mínimo. Pero la historia se repite y él sabe muy bien cómo funciona el mundo. Los que tienen mucho siempre atacan a los que tienen poco y él, ¿acaso no fue siempre el fiel defensor de estos últimos? Enciende otro cigarrillo y sorbe del café, que ya está frío. Descarga palabras, frustraciones, odio y hasta algún prejuicio, contra la pantalla resplandeciente. Se detiene para regular la altura de su silla de escritorio made in Taiwán. “Trrrrt tratata tap tatap”, los bombardeos continúan. Caen de ambos lados de la frontera. Hacia la izquierda, son las bombas de la usurpación y la crueldad. Hacia la derecha, las de la resistencia y los anhelos de libertad. Misteriosamente las bombas explotan más o menos de la misma manera, causando aproximadamente el mismo daño. Él no parece notarlo. Su atención está fija en aquellas que caen del lado siniestro de la pantalla. De ahí absorbe su inspiración. No puede permitirse, a esta altura de su vida, abrir un poco más el ángulo de visión. ¿Qué dirían sus camaradas, aquellos con quienes marchó por las calles en los años combativos de su vida? Es verdad, el mundo cambió mientras tanto, aquellos nobles ideales cayeron estrepitosamente al piso descubriendo detrás un paisaje tan homogéneo como desolador. Pero él eligió no mirar. “Trrrrt tratata tap tatap”, Marte sigue dando las órdenes desde las páginas de los diarios que descansan en su rincón de trabajo. El escritorio viene de IKEA y las frutas que hay sobre él fueron cosechadas por trabajadores ilegales en España. Son bastante dulces por estar fuera de temporada.

No se deja distraer por estas pequeñas incoherencias, ya que la tarea que tiene por delante es vasta e importante. Al fin y al cabo, el fin justifica los medios, incluso los medios de comunicación. Se detiene para escuchar el testimonio de una mujer. Siente una fuerte empatía por ella y un fuerte odio por la otra, que habló justo después. Hasta siente ganas de gritarle, "¡se lo merece!". Ella es la culpable. Bueno, no ella directamente, pero sus antepasados, su gobierno o quien quiera que haya sido. Eso no importa. Se mira en el espejo. Su piel blanca se refleja en el vidrio manchado, que probablemente nunca sintió el contacto de un trapo. La semejanza con la mujer culpable de la televisión le causa una leve picazón en la cabeza, pero transcurrieron tantos años desde que sus antepasados ocuparon la tierra sobre la cual nació... “Trrrrt tratata tap tatap”. Además, gracias a ellos se encuentra ahora sentado frente a aquel escritorio. “Trrrrt tratata tap tatap”.

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