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Cirugía en el Colectivo




Eran las once de la mañana. Subí al colectivo y me alegré al ver que estaba casi vacío. Sólo dos cíclopes atrás, en silencio. Había un par de mutantes más, pero no les presté atención (nunca fui de prestar demasiado).
Me ubiqué en la fila de dos asientos, al lado de la ventanilla, y comencé a disfrutar de un viaje placentero.
De pronto subió una mujer de importante tamaño, sacó su boleto y, caminando lentamente, estudió el vehículo en búsqueda de un lugar. Tuve un leve presentimiento, y antes de que éste se convirtiera en sentimiento, dicha mujer ya estaba situada a mi lado.
"No sé porqué siempre pasan estas cosas, el colectivo está totalmente vacío, ¿justo acá se viene a sentar?, pensé.
Decidí no callar más, pero como soy mudo resolví vengarme de la mejor manera posible: saqué de mi mochila unos guantes de látex y una tijera. Con los guantes puestos, tomé un trozo de pollera y practiqué un corte redondo, dejando al descubierto parte de su carnoso muslo.
Miré de reojo a mi compañera de viaje, relajándome al ver que no había notado nada.
Saqué un bisturí, empecé a cortar su piel y luego la carne. La sangre brotaba como agua fresca de un manatial, pero no me importaba. Llegué a un hueso, cuyo nombre desconocía - ya que nunca estudié medicina sino que me dedicaba a limpiar los botones de los ascensores - y serruché. Lo extraje con cuidado y en su lugar coloqué un tarro de miel de abeja fresca (la abeja, no la miel).
Cosí la pierna, agregando trozos de tapizado para lograr cerrar la herida. Diez minutos después de haber terminado la cirugía, la mujer se levantó, fue rengueando hasta la puerta trasera del colectivo, tocó el timbre y bajó. Estábamos en Plaza Italia.
Ni bien pisó la vereda, un gran oso llegó corriendo desesperadamente, tomó a la mujer entre sus garras y le sacó la pierna operada de un mordiscón. Acto seguido, escapó con el muslo chorreando miel en su boca.
La mujer siguió saltando sobre su miembro restante y se tomó el 60.
Mi venganza había sido un éxito. Satisfecho, apoyé mi cabeza en el asiento mullido y me dormí.


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