De todos los inmigrantes que pueblan el suelo francés, los argentinos somos
los que más sufrimos. Y no se trata de una simple actitud “argentina”, el
tanguero clavándose un puñal en el corazón para robarle una lágrima a una bella
y malvada doncella. Es un hecho lingüístico, semántico, para nombrar sólo
algunos de esos términos que quedan tan bien en cualquier texto y que suelen
terminar en "co".
Y para fundamentar dicho reclamo me voy a basar en un pequeño pero
importante aspecto de lo que debemos soportar a diario, nosotros, los pobres
habitantes rioplatenses de estos antiguos parajes galos.
El fenómeno lingüístico al cual me refiero se llama inocentemente "vouvoiement"
en francés, palabra que se puede traducir por “ustedeo” en español. Este
fenómeno, que consiste en usar el pronombre "usted", o "vous"
en francés, acompañado por un verbo conjugado a la tercera persona en español o
a la segunda persona plural en francés, como forma de respeto hacia el
interlocutor que tenemos frente a nosotros, no es extraño para los
hispanoparlantes. Si bien en muchos países el “usted” ha caído en desuso, como
es el caso de la Argentina, todos estamos más o menos familiarizados con esta
forma reverencial. Y no es por eso que hace tres párrafos me estoy quejando. Lo
que sucede en Francia es que el uso del "vous" alcanza niveles
inimaginables, creando situaciones de lo más ridículas e incluso
contagiándonos, a nosotros los latinos, que nos encontramos tratándonos de
"usted" como si olvidáramos que somos todos parte de una misma
familia, que todos bailamos salsa, usamos camisas coloridas y nos gritamos “oye
chico” en la calle.
La cosa es que en Francia cuando no conocemos a alguien, lo tratamos
automáticamente de “vous”. Incluso si se trata de alguien de nuestra
edad, vestido con jeans y zapatillas, igual que nosotros. No, no, no. No
tutearás a tu prójimo. Y como cuando dos personas se ven de manera regular, van
a tender a acercarse, muy rápidamente se genera una situación algo incómoda en
la cual ambas partes quisieran comenzar a tutearse, pero ninguna de las dos se
atreve a cruzar la línea, por miedo a ofender al otro y creo también, por tener
conciencia de lo ridículo de la situación. Entonces siempre habrá alguno al que
se le escapará un “tu” primero, que luego rectificará en la frase
siguiente con un “vous” y así reiteradamente hasta que alguno de los dos
logre vencer su vergüenza y miedo a ofender y proponga: “on peut se tutoyer,
non ?” A partir de ahí, las dos personas gozarán de un acercamiento
repentino.
Pero existen otros casos menos afortunados, como en el medio profesional o
en el académico, en los cuales los seres están a menudo condenados a
“ustedearse” para siempre. En estos casos, el paso del “usted” al “tú” depende
de la persona con mayor jerarquía, quien deberá dar el visto bueno para este
cambio lingüístico. Y muchas veces, a medida que las relaciones entre las
personas evolucionan, llegará el momento en el que ambas sentirán una cierta
incomodidad en seguir poniendo esa distancia, que no existe más allá de la
expresión oral, y entonces pasarán al uso de frases impersonales, para así
evitar de alguna manera este inconveniente: "no se ha agradecido por el
libro"; "se ha hecho un buen trabajo", etc. Pero en el fondo, seguirán
sintiendo esa molestia impuesta por el lenguaje, la cultura o ambos.
Así llegamos al momento cúlmine de esta reflexión. Porque para el común de
los hispanoparlantes la diferencia entre “usted” y “tú” es bastante clara, por
ende también lo es entre “vous” y “tu”. Pero resulta que los
argentinos no usamos el “tú”. Como queremos ser tan especiales, decimos “vos”.
Y henos aquí, que "vos" era históricamente "usted", palabra
de origen árabe[1] que se incorporó al
español durante el siglo 17. El pronombre “vos” tiene, entonces, el mismo
origen que "vous" y en algún momento uno ya no sabe por qué
“vos” terminó significando “tú” en el uso dialectal rioplatense, pero conservó
su sentido reverencial en el francés; si le hablo a alguien de “vos”, ¿lo
estaré tuteando o no? Si le hablo a un francés desconocido de “vous”,
siendo argentino, ¿no le estoy hablando de “vos” y por ende lo estaré tuteando,
convirtiéndome en un terrible maleducado? ¿O tal vez todo esto significa que si
bien los argentinos nos creemos altamente amigables y simpáticos por el hecho
de no usar casi nunca el usted - demostrando así que somos gente cálida y
acogedora - en realidad subrepticiamente, nos seguimos tratando todos de usted,
justificando así esa fama de falsos que tenemos?
1 comentario:
Vos avez écrit un très bon texte! Merci bolù!
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