
- Buenas tardes.
- Buenas tardes.
- Estamos llegando al final del año. ¿Cómo lo resumiría usted?
- Café corto con dos azúcar, por favor.
- ¿Perdón?
- Café corto con dos azúcar.
- Disculpe pero no lo entiendo…
- No hay nada que entender. Quiero un café con dos azúcar.
- Pero no soy mozo. Lo estoy entrevistando para la revista “Monogamia en Laponia”.
- Ah… entiendo. ¿Cuál era su pregunta entonces?
- Quería saber cómo se siente al final de este 2008 que fue tan productivo para usted.
- Para el orto.
- ¿Perdón?
- ¿Y el café?
- Me parece que no estamos yendo a ningún lado…
- ¿Qué?
- ¿Va a responder a mis preguntas?
- ¡Por supuesto!
- Bien. Entonces, pasemos a la segunda. ¿Qué momentos prefiere para escribir?
- ¿Y el café?
- Aquí está señor.
- Gracias. Es muy amable de su parte. ¿En qué estábamos?
- Quisiera saber cuándo es que prefiere escribir.
- En realidad nunca. Acabo de dejar la literatura para trabajar con perros alcohólicos.
- ¡Ah, pero qué bien!
- Sí, la verdad es que esto me tiene muy contento.
- Sí, se nota. Pero lamentablemente a nuestros lectores no le va a interesar mucho.
- Entonces hablemos de otra cosa.
- ¿Por ejemplo?
- De los tornillitos más pequeños que se usan en la construcción de las grúas amarillas.
- ¡Ah! ¡Pero qué bien!
- El café está frío…
- Disculpe, enseguida se lo cambiamos.
- No, deje, igual me tengo que ir.
- Pero, la entrevista…
- Ponga cualquier cosa. Diga que soy un genio, extravagante, arrogante y pelotudo.
- Sería una lastima. Sus lectores…
- ¡Me cago en los lectores!
- ¿Y qué puede revelarnos acerca del próximo año?
- Ah… bueno… tengo algunos proyectos nuevos, pero son secretos todavía. Sólo puedo decir que tendrán que ver con las vacas.
- ¿Vacas?
- ¿Dónde?
- Recién usted mencionó las vacas.
- No.
- Pero le digo que sí.
- No trate de imponerme palabras que no he dicho. Todos los periodistas son iguales.
- ¡Pero si es usted el periodista!
- ¿Cómo? ¿Yo? ¿No era yo el escritor?
- Ah… sí… puede ser. Aunque yo también escribo a veces.
- No me diga. ¿Y qué es lo que escribe?
- Cuentos cortos que publico en un blog.
- Es muy moderno eso.
- Y sí, hay que adaptarse a los tiempos que cambian.
- ¡Yo hago lo mismo! Creo que nos estamos confundiendo; no sabemos bien quién es quién…
- Deberíamos haber filmado esta conversación. ¿Qué hacemos?
- No importa. Sigamos charlando.
- Pero, ¿y la entrevista?
- ¿Acaso no podemos publicar una simple charla entre dos personas que no saben quiénes son?
- No estaría mal. ¿Pero la gente qué dirá?
- Y si la gente por lo general tampoco sabe bien quién es.
- Eso es cierto.
- En todo caso ya se nos acabó el tiempo.
- ¿Me traería otro café?
1 comentario:
me copa! yo me pregunto, hay que adaptarse a los tiempos que corren o correrse de los tiempos que nos corren? beso grande y feliz año para toda la flia.
lau farhi
Publicar un comentario